Cualquier clase de Economía comienza con el análisis del “homo economicus” en tanto que se trata de un individuo capaz de procesar los estímulos económicos a los que se ve sometido de un modo racional. Esta concepción ha dominado la economía durante siglos, y son pocos los economistas que nos hemos atrevido a cuestionar el aislamiento de la economía de disciplinas como la psicología o la sociología, que completan la concepción de las “personas” con parte de sus características individuales, enlazadas en un entorno económico y social que las condicionan.
Entender la economía sin la psicología supondría ignorar el cambio en los procesos de pensamiento de nuestros milenials
que ya no valoran la posesión, sino el compartir y de ahí el auge de la economía colaborativa. No entender que vivimos en sociedad supone no comprender que el planeta es de todos, y que a través de nuestras conductas individuales hacemos “sociedad”, dado que el todo no es más que la suma de las partes.
Dicho todo esto ¿qué tiene que ver con nuestra crisis actual?. A diferencia de la crisis de 2008, una crisis de confianza en el sistema económico y particularmente bancario, estamos ante una crisis de demanda, crisis que si es limitada y transitoria tendrá un menor impacto en la economía.
El coronavirus nos ha conducido hacia una crisis de demanda
Estamos, evidentemente, ante una crisis de demanda que conlleva un parón productivo de la economía mundial que afectará al menos a la mitad del año 2020. Pero no podemos perder la parte más importante que tiene la sociedad y la economía para funcionar: la confianza. Los gobiernos los tienen claro, es su papel, generar confianza en el sistema de protección social y económico. Hemos tenido que acudir a medios “coercitivos” de “papá Estado” para que nuestro sistema sanitario no colapse. Ahora estamos esperando que a través de medidas económicas tanto a nivel nacional como europeo nos indiquen los beneficios, ayudas, y en definitiva nos marquen el rumbo. Evidentemente es el momento de que los gobiernos, los presupuestos y las políticas funcionen de modo coordinado en este Mundo Global.
El coronavirus nos ha hecho entender que vivimos en un mundo global
En momentos en que las noticias que copaban la actualidad económica era la creación de nuevas fronteras, este pequeño bichito nos ha hecho entender que vivimos en un mundo global. Eran ya muchas las voces que pugnaban por una economía global, por el desarrollo de políticas coordinadas para una Economía Sostenible como la única posible en este nuevo siglo. Este bichito nos da la oportunidad de reflexionar sobre el Mundo en el que queremos vivir, es la oportunidad para diseñar políticas que algunos dirigentes se negaban a admitir. Todas las “crisis” son oportunidades y esta sin duda es una gran oportunidad para reflexionar en lo que hemos hecho mal como sociedad y en lo que podemos mejorar.
¿Qué podemos hacer nosotros ante la crisis del coronavirus?
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros? Entender que la sociedad es la suma de todos nuestros comportamientos individuales. Es el conjunto de la sociedad la que permitirá superar esta crisis, y no sólo la sanitaria, la más urgente, sino la económica que vamos a “crear” entre todos. ¿Qué significa esto? Que la magnitud de la crisis dependerá de nuestras acciones individuales, como empleados entendiendo que no podremos pedir a las empresas que carguen con todas las consecuencias de este parón. Como empresas, entender que vamos a tener un año complicado, de al menos seis meses de pérdidas, pero que ya debemos de aprender de crisis anteriores, tratar de planificar nuestras inversiones y analizar en estas semanas cómo podemos mejorar y adaptarnos a los shocks externos que son inevitables en cualquier ciclo económico. Nuestro sistema bancario está razonablemente saneado, nuestro tejido productivo es solvente, aunque evidentemente necesitamos de medidas temporales que nos ayuden a sobrellevar las cuotas de la seguridad social y tomar medidas unos meses para adecuar la producción y el empleo. Lo más importante, es tener claro que se trata de medidas coyunturales en un entorno económico fuerte en el que todos tenemos que tener “confianza”. Si se quiebra la confianza en el sistema económico el mundo no gira, y una vez “curados” nuestros sistemas vitales, tendremos que ponernos con los productivos. Tenemos que volver a una normalidad ordenada, a todo lo que mueve el sistema, a todo lo que nos gusta hacer como seres humanos sociales que somos. Los determinantes de la felicidad vienen dados por el número de veces que nos reunimos con familiares y amigos, nuestras salidas al exterior, nuestro compromiso cívico y en definitiva todas las “bondades” que este sistema económico desarrollado nos ha dado. Tratemos de aprender de los errores buscando un planeta con una economía sostenible y más equitativa, aprovechemos para reflexionar en aquello que nos hace felices, superemos estas semanas contribuyendo a fortalecer nuestros valores y lo que nos une como sociedad, y entendamos que como parte de un todo, nuestra “vuelta a la normalidad”, el perder el miedo a este y a todos los virus que vendrán, nos hará una sociedad más cohesionada y equilibrada y en definitiva una transición suave hacia nuestra añorada rutina.
Isabel Neira Gómez. GEM Galicia
Profesora Titular del Dpto. de Economía Financiera y Contabilidad.
Universidade de Santiago de Compostela